• Entidad administrativa: Municipio.
  • Comarca: Bajo Aragón.
  • Provincia: Teruel.
  • Comunidad Autónoma: Aragón.
  • País: España.
  • Habitantes: 116 (01 de enero de 2017).
  • Gentilicio: Belmontino.
  • Extensión del término municipal: 33,96 Km².
  • Altitud sobre el nivel del mar: 661 m.
  • Límites administrativos: Los municipios de La Codoñera al norte, Fórnoles al este, La Cerollera y La Cañada de Verich al sur y Torrevelilla al oeste.
  • Distancia desde la capital provincial: 160 Km. al nordeste de la misma.
  • Distancia desde Alcañiz, capital comarcal: 25 Km. al sur de la misma.
  • Acceso principal: Carretera local autonómica A-2409, que enlaza la población con la N-232 al este y con la comarcal autonómica A-1409 al oeste.

La localidad está situada en la zona oriental de la Comarca del Bajo Aragón, en el centro de una herradura formada por las primeras estribaciones del Sistema Ibérico, en un espolón alargado delimitado por los tres barrancos que forman la cabecera del río Mezquín, topónimo medieval del siglo XII que, por cuestiones administrativas, dio nombre compuesto a Belmonte desde el año 1916 (“Belmonte de Mezquín”) hasta que, posteriormente, en el año 1980, se modificó dicho sobrenombre por el de “San José”.

Aunque en su término dominan los materiales terciarios detríticos, característicos del margen de la Depresión del Ebro, resalta su condición de territorio de transición, ya que en su parte meridional se extienden las estribaciones más orientales de la sierra de “La Ginebrosa”, formada por materiales calizos jurásicos que crean relieves de hasta 940 m. (“Tossal Gros” y “Pinar de la Vila”).

En su entorno, de clima templado y seco (su temperatura media anual es de 12’2º y la precipitación anual 450 mm.), destaca la presencia de abundantes masas forestales de pino carrasco y numerosos carrascales, así como el singular medio ambiente existente en los alrededores de la cuenca del Mezquín, que atraviesa el término en dirección noroeste. Un curso fluvial que en su discurrir se transforma en un angosto cañón denominado popularmente como el “Barranc Fondo”, a través del cual se ha establecido un sendero de pequeño recorrido, apropiado para contemplar la belleza natural que se esconde en sus rincones. El territorio donde se emplaza Belmonte está lleno de contrastes. Zonas montañosas y amplias manchas de pinar se alternan con un terreno más llano y de menor altitud, dotado de pequeños valles y abundantes campos de cultivo, en los que destaca la presencia de numerosos olivares y parcelas de almendros, escaseando la viña y el cereal, que antaño fueron la base de la economía agraria local.

La población de esta comunidad, eminentemente rural, concentra actualmente su actividad en la construcción y en el sector agrícola y ganadero. El cultivo del almendro y especialmente del olivar, de cuya producción se obtiene un aceite de oliva virgen extra de extraordinaria calidad, es, junto a la explotación de granjas de porcino y la cría de ganado lanar, la mayor fuente de riqueza. Asimismo, gracias a la labor e iniciativa del consistorio local y de la Asociación Cultural “Amigos del Mezquín”, que cuenta con cerca de 300 socios, en las últimas décadas se ha potenciado el desarrollo del turismo rural, fomentando la puesta en valor y conservación del rico patrimonio artístico y cultural de la localidad, que ya ha merecido anteriormente, en dos ocasiones (en los años 1967 y 1989), el primer “Premio de Embellecimiento” de la provincia de Teruel.

Lingüísticamente, sus habitantes forman parte del conjunto de poblaciones aragonesas de habla catalana, que se caracterizan por utilizar variedades dialectales de carácter local (en “Bellmunt”, tal como se define en el habla local, existe una amplia similitud con el catalán occidental y coincidencias con el leridano y el valenciano, denotándose la presencia de castellanismos y características propias como la diptongación del fonema “e” en “ia”). Sus propios hablantes tienden a denominarlo como “chapurriau”, en clara referencia a la peculiar mezcla dialectal. Su origen histórico se sitúa en la Edad Media, al repoblarse numerosos lugares del Bajo Aragón con grupos humanos provenientes, en su mayoría, de las comarcas de Lérida y del interior de Cataluña, que quedaron adscritos jurídicamente a las diversas comunidades que se fueron formando en el Reino de Aragón, pero que trajeron consigo sus costumbres y su lengua.

Durante siglos, los habitantes de Belmonte utilizaron el catalán para expresarse de forma habitual, siendo transmitido por tradición oral, aunque inicialmente, también se usó como lengua escrita. A principios del siglo XX, aun era la lengua oral materna de casi todos sus vecinos, aunque su progresiva escolarización en castellano y una mayor apertura social crearon una singular situación de bilingüismo local que actualmente está en trance de desaparición.